Así se vería cualquier receta de la web de José Miguel Occhi Ortega, alias Pippo in cucina, con su sola aportación. Unos escritos redactados en un español notablemente mejorable, precedidos de una inefable entradilla copiada de un lugar donde cumple una función específica por lo que duplica el texto sin aportar ninguna mejora.
Pero hoy no toca hablar de literatura y la importancia que le conceden los motores de búsqueda en el posicionamiento de la web, pues ya habrá ocasión de hacerlo más adelante.
Para que aparezca con sus colores de fondo, su tipografía, los elementos distribuidos y situados en el lugar deseado, el logo y las demás imágenes editadas convenientemente hasta donde la calidad de las mismas lo permite, Pippo, necesita hurtarle, consciente y pertinazmente, las peras al vecino, total él tiene muchas y están al aire libre. El conocimiento, el trabajo y el tiempo que supone llegar desde la semilla hasta el fruto son tonterías al alcance de cualquiera que tenga manos para llevárselas.
A los que obran de tal manera el lenguaje ordinario les define de muchas maneras, el léxico jurídico con algunas menos pero más precisas y la jerga popular con una cantidad desbordante, algunas veces divertidas y otras claramente ofensivas.
A Pippo todos esos títulos no le pesan ni le abruman. Parece convivir muy bien con ellos y sobrellevar la servidumbre de la púrpura con entereza y no preocuparle la reprobación social y la posible responsabilidad de otra naturaleza que su conducta, osada y contumaz, le puede acarrear. Para los pícaros, las hipótesis son chascarrillos de los filósofos griegos que eran unos tíos muy antiguos que nada tienen que ver con la realidad que él se ha inventado. Lo que no le conviene no existe.
Y una vez consumado el latrocinio no se arruga un pelo y se vuelve a atribuir olímpica y descaradamente la propiedad total insertando el correspondiente copyright.
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Cosumidos los requerimientos privados y públicos para que cese en este expolio, solo queda continuar con la labor de denuncia hasta llegar lo más lejos posible para evitar que nadie vea sorprendida su buena fe ante una simulación de estas características.
¡Hasta la próxima!.
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